Burgos, Madrid y Ávila me han acogido en estos días y en ellos he podido ver a amigos y familia, trabajar y tomar cañas, salir a cenar y también a comer, vislumbrar nuevas posibilidades de trabajo e intentar llevarlas a la práctica. También he ido recogiendo ricos productos de la tierra que ahora descansan en la alacena de casa en una tierra bien distinta: ricas patatas, cebollas gigantes, vino que sostiene, tomate frito del bueno, manzanas del jardín, miel, castañas...
Con todas esas reservas, bien podría aguantar hasta Navidad, pero seguramente antes se me podrá ver por allí.
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