viernes, 5 de noviembre de 2010

Mulhacen, el techo de la península

Ruta desde Capileira al refugio de Poqueira, subida al Pico Mulhacen por su cara Oeste y descenso a Trevélez pasando por Siete Lagunas (2 días).


Este fin de semana he tenido el gusto de ser la persona más alta de la Península Ibérica, aunque fuera por unos momentos: he hecho cumbre del Pico Mulhacén.
La ruta comenzó el sábado a eso de las 14:30, con bastante retraso sobre el horario previsto, desde Capileira y tras haber dejado los coches que deberíamos recoger al día siguiente en el punto de llegada: Trevélez.

Sin saber muy bien por dónde iniciar la ruta que teníamos pensada seguir, y tras un par de sube-bajas del pueblo, cogemos una pista grande que sale del final de Capileira, a mano izquierda y con un fuerte desnivel que nos deja a todos sin aire y nos despoja de cualquier prenda de abrigo.
Esta pista no resultaría la que queríamos coger aunque igualmente nos llevó hasta la Cebadilla y la central eléctrica tras girar a la izquierda en la pista que se cruza tras algo menos de 2 km y 200 metros de desnivel (en sentido descendente). Eso sí, toda la subida que habíamos hecho, no sirvió para nada.

En la central eléctrica decidimos parar a comer porque aunque no hemos andado todavía mucho, va siendo hora.

En la senda que se coge a partir de ese punto, hay un letrero indicando que el camino está "fuera de servicio" a causa de las lluvias del último invierno. Es cierto que algunos pasos del río ya no existen y hay que buscar la manera de cruzarlo, pero es posible llegar hasta el refugio de Poqueira sin demasiado problema.

La senda comienza con una fuerte subida en zig-zag que nos aleja en altura del río, pero el camino transcurre paralelo a él (Río Naute) durante unos cuántos kilómetros más. A estas alturas se encuentran árboles de frutos secos como nogales y castañas, con sus frutos caídos o a punto de hacerlo. Los colores de las hojas empiezan a tornarse amarillentos y rojizos dando ese tono característico del otoño. Sin llegar a hacer frío y sin llegar a llover, pero el día no estaba muy animado, con nubes bajas tapando el sol todo el camino, la niebla acechando en todo momento y la lluvia amenazando con alguna gota de vez en cuando.

Una de las partes más entretenidas del camino llega cuando hay que cruzar hasta en tres ocasiones el río. Por la época el agua no viene muy alta pero las pasadas lluvias se han llevado los pasos existentes y hay que buscar sitios nuevos. No es muy complicado saltar entre las piedras aunque la carga de las mochilas y el miedo a meter el pie en el agua le dan un toque de emoción. En el grupo, como no podía ser de otra manera, más de uno pegó un resbalón y sintió el frío del agua en el pie, sin mayores consecuencias.

La tarde iba cayendo y ni rastro del refugio, y lo que es lo peor, su altura es de 2500 metros y nosotros apenas hemos llegado a alcanzar los 2000... ¿en qué momento comienza el ascenso? La respuesta a esta pregunta nos quedó a todos clara cuando, después de cruzar por última vez el río, el camino gira a la izquierda separándose del río y por la ladera de la montaña va ganando altura, suavemente al principio y no tan suave algo más tarde. Esta es ya la ladera del Mulhacen, aunque todavía fata mucho para llegar a su punto más alto. El camino comienza a estar indicado con postes de plástico naranja muy visibles. Se cruza una acequia primero, se pasa junto a un cortijo con indicaciones de los caminos algo más tarde y se cruza una segunda acequia algo más tarde.

La pendiente no cesa ni un minuto y a pesar de que sigue atardeciendo y la temperatura bajando, vamos todos sudando la gota gorda. La diferencia entre el primero del grupo y el último se hace cada vez más grande hasta el punto de ser completamente desconocida al perder contacto visual por la distancia y por la niebla que finalmente nos traga literalmente. Pero tampoco se puede parar mucho porque la noche acecha y se acerca peligrosamente, de manera que seguimos camino y a voces a través de la niebla nos medio enteramos de que todos siguen aunque a bastante distancia.

El camino hasta el refugio no tiene pérdida mientras se vea con la poca luz que ya queda, pues simplemente consiste en seguir los bastones rojos hasta el mismo. Cuando llegamos los primeros, nos despojamos del material y esperamos al resto para que nos den las habitaciones y las taquillas.
Por la noche reponemos fuerzas con la "señora cena" del refugio

Un día cansado y apasionante nos espera a la mañana siguiente, pero eso será en otro post

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